martes, 29 de septiembre de 2015

¿Por qué y para qué buscar alternativas educativas como el Homeschooling, el Unschooling o las escuelas libres y proyectos educativos?

Si lo que más nos preocupa e interesa es el bienestar físico, emocional e intelectual del niño y el hecho de que él o ella pueda llegar a ser la persona que ha venido a ser, nos daremos cuenta que para que él niño verdaderamente pueda conectar con su ser esencial más profundo necesitará de una mamá y un papá conectados emocionalmente con él y también el poder disponer de un entorno lo suficientemente seguro donde se le ayude a desplegar sus intereses, pasiones y talentos.

Educar es extraer del otro, dejar salir y florecer y no el hecho de querer introducir conocimientos académicos en el otro. Los niños ya son un todo y lo ideal sería permitir que ese todo se manifieste.  Ellos ya vienen conectados a su sí mismo. Somos los adultos y el entorno quienes les desconectamos de su verdadero ser. Salirse del sí mismo es un gran esfuerzo para el alma infantil ya que el niño debe reprimir aquello que es genuino: sus intereses, pasiones, ritmos e incluso su necesidad motriz.

Las emociones también son muy importantes a la hora de poder aprender. Las emociones afectan a toda la vivencia infantil. Desde el juego, la alimentación, las relaciones con iguales y posteriormente al aprendizaje formal. Las emociones pueden generar la guerra o la paz. Para que un niño pueda aprender libremente necesita sentir que sus necesidades son respetadas, satisfechas en la medida de lo posible y escuchadas por los adultos referentes.

El sistema límbico, o lo que es lo mismo, el cerebro emocional necesita ser estimulado para poder aprender y hacer las conexiones neuronales necesarias. Cuando un niño está estresado, preocupado, siente ansiedad, miedo, culpa o no se siente feliz ni está a gusto los niveles de cortisol y adrenalina se disparan y suben. Por tanto, hay una pérdida de riego sanguíneo en la base pre-frontal cerebral que nos bloquea la conexión neuronal y nos hace sentir que no podemos o no valemos… Dicho de otro modo, cuando un niño se siente feliz, valorado, tenido en cuenta, escuchado, seguro… los niveles de beta-endorfina suben y hay más riego sanguíneo en la base pre-frontal, por tanto aprender es más fácil al estar conectados con la creatividad y el ser esencial… Mario Alonso Puig lo explica muy bien y en una resonancia funcional magnética se pueden comprobar dichos niveles y sus efectos.

En resumen, para poder tener acceso al ser esencial de cada niño y a sus talentos innatos sería necesario dejarles conectar con sus propios ritmos y pulsos. Además de propiciar un ambiente seguro emocionalmente hablando. Acompañarles desde quienes ya son, desde el lugar de dónde vienen y permitirles llegar a dónde quieren llegar.

La enseñanza formal tradicional hace que el niño tenga que reprimir dichos ritmos ya que debe adaptarse al grupo o al profesor. Esta despersonalización debido a tener que hacer todos lo mismo al mismo momento, del mismo modo  y al mismo ritmo nos aleja totalmente de nuestro verdadero ser, de nuestros verdaderos intereses, deseos, ilusiones, pasiones y talentos. Llegamos a la adolescencia totalmente desconectados y sin saber quiénes somos, de dónde venimos y mucho menos a donde queremos y deseamos ir. Esto es un verdadero desastre ecológico para la humanidad. El aprendizaje dirigido y forzado no favorece el verdadero propósito que cada niño lleva dentro de sí. Los unifica y los separa y desconecta de quienes realmente han venido a ser. Los centros de enseñanza convencionales están organizados para el día a día de los adultos no del niño. No favorece el despliegue de la creatividad más bien la reprime. Los centro culpan a los padres y los padres se quejan de los centros. Y los niños son los rehenes. Nadie mira al niño ni a sus verdaderas necesidades. Hay que buscar soluciones a favor del desarrollo de los niños y no en su contra. Darles más voz y mirada. Tenemos que empezar a mirar por fuera del rebaño si realmente queremos que lleguen donde quieren ir. Hay que empezar a escuchar la voz del niño que nadie oye.

Nos cuesta confiar en el verdadero potencial humano ya que pocos confiaron en el nuestro. Cada vez hay mayor distancia entre la vivencia interna real de los niños y lo que se espera de ellos. Cuanta más distancia emocional haya entre la experiencia y la vivencia del niño y su entorno, menos podrá conocerse, comprenderse y desarrollarse.

¿Cómo aprende realmente un niño? 

Para poder aprender tenemos que tener interés, pasión y motivación intrínseca (la que nos viene de dentro, del corazón y no la motivación externa por medio de premios, amenazas y castigos). Los niños no necesitan ser motivados externamente o recompensados con premios o castigos para aprender. Los niños desconectados son los que no podrán saber que les gusta o qué les interesa. Donde hay un verdadero interés hay aprendizaje. No se puede aprender sin interés sino más bien sólo memorizamos. Y lo memorizado se acaba olvidando. Los niños aprenden más y mejor cuando están interesados en aquello que quieren o necesitan aprender. Para que un niño pueda interesarse por algo necesita poder ver, experimentar, preguntar… a su ritmo. Aprender es más emocional que racional. Las emociones juegan un papel fundamental en el aprendizaje. La creatividad sale de la pasión y no del razonamiento. Las pasiones salen del corazón del ser esencial. No hay nada que un niño pueda aprender de verdad que no sea desde su interior.

Realmente, ¿permitimos que esas pasiones se manifiesten? Podrá memorizar e introducir conceptos académicos que luego olvidará o no le servirán. Hay niños que han ido a escuelas convencionales durante años y acaban recordando muy poco porque nada de eso les interesaba ni lo necesitaban. John Holt ya lo decía: “Muy poco de lo que se enseña en la escuela se aprende, muy poco de lo que se aprende se recuerda y, por último, muy poco de lo que se recuerda se usa”. Un niño conectado podrá aprender a los 12 años una regla de 3 simple en 5 minutos y recordarla el resto de su vida.

Las escuelas alternativas, los hogares o los proyectos educativos deberían ser lugares donde los niños pudieran ser ellos mismos sin expectativas académicas de los adultos allí presentes. La mirada no debería estar en CÓMO de bien hacen algo sino en QUÉ es lo que están haciendo, qué les motiva, qué les interesa, qué les apasiona… Conseguir fomentar esas pasiones y no apagarlas debería ser la función real de la madre, padre o adulto acompañante. Identificar dichos talentos es fundamental. Todos venimos con algo para ofrecer a la humanidad aunque muy pocos logremos hacerlo realidad.

Algunos niños creen que no tienen talento ni pasión, que no valen, que no sirven para estudiar. Son niños adaptados, resignados, desconectados de un ser. Tuvieron que dejar de escucharse para obedecer y complacer a los profesores o los padres. Dejaron de poder ser ellos mismos y reprimieron todo lo que tenían para ofrecer al mundo. 

¿Como podemos recuperar a ese ser esencial escondido y dormido? 

Preguntando al niño o adolescente qué necesita, qué quiere, que desea, qué podemos hacer por él. Intentar recordar qué es eso que nos pedía y no escuchábamos: mirada, juego, conversación, amor, caricias, besos, atención, presencia, tiempo en exclusiva… Podemos empezar a dar todo eso que no pudimos anteriormente. Intentar dejarle ser él o ella misma sin juzgar lo que hace, cómo lo hace, cuándo lo hace y a qué ritmo lo hace… Interesarnos por lo que realmente le interesa. Y si está tan desconectado que parece que ya nada le interesa podemos empezar a proponer sin imponer y a involucrarnos más en su día a día y hacer más cosas juntos. Lo más importante es respetar los ritmos internos de sueño, hambre, juego, silencio, movimiento… Necesitará tiempo y libertad para poder aprender a escucharse y a confiar en su verdadero ser esencial. Necesitará de nuestra seguridad e intimidad emocional para poder confiar en nosotros y llegar a poder abrirse de nuevo. Para tener acceso a nuestro ser necesitamos conectar con la diversión, el juego, el placer, la motivación intrínseca, los intereses, deseos y pasiones. Y para ello un niño o adolescente necesita saber que eso que desea o necesita es válido, correcto y aceptado por los padres y demás adultos referentes. Sin seguridad emocional no hay conexión emocional. Muchos adolescentes desconectados eligen estudios o profesiones por descarte, por el sueldo, por la salida profesional, por complacer a los padres, por las notas… Muy pocos saben quiénes son realmente y que desean ofrecer o qué les gusta. Todos tenemos talentos y dones esperando ser vistos y esperando tener permiso para salir. La desconexión total de nuestro verdadero ser puede llevar a la depresión. 

En el proceso evolutivo y educativo estamos todos, no vale culpar la sociedad o las escuelas. Las escuelas son una necesidad social del adulto. Un niño no necesita de una escuela para aprender, crecer y desarrollarse. Necesita unos padres amorosos que le aceptan y le quieren por ser quien es. Necesita de un entorno seguro e interesante para poder ir interesándose por la vida. Necesita de otros adultos acompañando dichos intereses y fomentando de nuevos. En la primera infancia lo único que un niño necesita es poder jugar y jugar. Ese es el diseño original. Si los niños tuvieran la libertad de hacer lo que más necesitasen las 24 horas del día, en la primera infancia se pasarían el día entero jugando. Jugando es cómo aprenden sobre el mundo que les rodea. El niño mientras juega hace montones de conexiones, simboliza con el juego todo aquello que no entiende de este mundo, utiliza su imaginación para reproducir vivencias que le producen miedo o ansiedad. El juego, si es libre y no dirigido por el adulto, puede llegar a ser muy terapéutico, sanador y aunque a veces no nos lo parezca, es una de las mejores herramientas que tienen los niños para aprender casi de todo. Preguntémonos: ¿Qué es lo que podemos hacer  por nuestros hijos o por los demás niños? No olvidemos que los niños no son recipientes vacíos que hay que llenar. Ya vienen llenos y deberíamos permitir que florezca lo que ya llevan dentro.

El niño como mejor aprende es vivenciando y experimentando. El aprendizaje formal es muy teórico y muy poco real y natural. Hay niños físicos, musicales, manuales, creativos, mentales, naturistas… Howard Gardner ya nos habla de las inteligencias múltiples y el cómo hay diferentes formas de aprender lo mismo. Hay niños que prefieren leer sobre los temas que les gustan, hay quien les gusta ver un documental, hay quienes prefieren conversar o escuchar mientras alguien explica o lee. Hay niños que necesitan hacer algo con sus propias manos para poder comprenderlo mejor… Hay niños que calculan mentalmente mejor que con lápiz y papel, hay quienes les ayudan utilizar materiales didácticos, hay quienes siempre utilizaran las calculadoras… Aprender es emocional y no solamente racional e intelectual. Muchas escuelas sólo se fijan y se enfocan en lo académico e intelectual sin tener en cuenta el mundo emocional del niño ni sus verdaderas necesidades. Lo que un niño no necesita es estar seis u ocho horas desconectado de sí mismo haciendo lo que otros están decidiendo por él. Un niño realmente concentrado en aquello que le gusta e interesa es un niño conectado.

Lo más importante no es si los niños van a una escuela convencional, alternativa o libre. O si son educados en casa académicamente o autónomamente respetando sus ritmos e intereses. No hay una mejor manera. Cada niño tiene necesidades diferentes. Lo importante es que cada niño pueda conectar con quien es y desplegar ese ser que ha venido a ser.

¿Y si no podemos desescolarizarlo o llevarlo a una escuela alternativa?

Lo más importante para el niño es que su madre le sienta y le entienda. Si mamá puede sentir el mal estar o la desconexión del hijo y se la nombra y empieza a validar sus emociones el niño se sentirá tenido en cuenta, escuchado, seguro y comprendido. Aunque tenga que seguir yendo verá que su mamá sí se interesa por él y por lo que le pasa. La única verdad es aquello que el niño manifiesta. Debemos intentar ver aquello que le pasa al niño que es verdad. Tenemos que sentir lo que le pasa. Ponerle palabras y hacer algo al respecto.

NOTA: Este próximo mes de octubre 2015 vamos a tratar en la TRIBU DE MADRES CONSCIENTES este tema (aprendizaje formal y autónomo) junto con todos los demás  temas relacionados con la Crianza Consciente. Te invito a unirte: CLICK

2 comentarios:

  1. Buenos días ... Quería decirle que te sigo desde hace un año cuando descubrí tu blog y leo con mucho interés todo lo que publicas. Tengo un niño de 2 años y 4 meses y me veo en la situación de tener que llevarlo a una escuela porque… por mucho que me gustaría educarlo en casa… no puedo porque trabajo… Estoy interesada en buscar escuelas alternativas para el… estamos pensando entre Montessori y Waldorf y no se cual elegir. Creo que para mí, y pensando en su futuro, sería mejor Montessori, pero para el en este momento… creo que le gustaría más Waldorf. Como podría averiguar cuál es la mejor opción para mi niño que o para ni un segundo? Muchas gracias!

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  2. Daniela, no conozco a tu hijo y no puedo decirte qué sería mejor para él. Por que no le llevas a ambos sitios para ver como se siente en ellos. Lo más importante, en mi opinión, no es si es Montessori o Waldorf o lo que sea... sino las personas con las que se va a relacionar. Los profesores y acompañantes son quienes le van a acompañar... Sería necesario que conecte emocionalmente con ellos...
    Un abrazo.

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